Crítica


CRÍTICA Y COMENTARIOS

Una artista que sabe extraer la armonía oculta en los objetos envejecidos, en los paisajes rurales, en la piel de unas manos curtidas por el tiempo y el trabajo. A la relajada expresividad de su paleta, progresivamente más claras se une la soltura que proporciona el empleo de la espátula que aporta en los lienzos la poesía de la indefinición. En la paleta está la elegancia formalista y nostálgica de los óleos de Pilar Fandiño, que beben de los paisajes y paisanajes gallegos.

M. Carmen Lopez.-2002


Ingresó en la escuela de Artes y Oficios de La Coruña y en ella, además de excelente pintora y dibujante, se especializó en Decoración. Su afición a las Bellas Artes le viene de familia, ya que su padre don Justo Fdz-Fandiño, a la vez que constructor fue un gran decorador. Su pintura como podemos comprobar es atrevida, moderna y realista porque como el poeta que al hablar de un artista de su tiempo decía que su corazón está en el pasado, su cuerpo en el presente y su alma en el futuro. Pues bien, eso es lo que le pasa a Pilar, su corazón está en el pasado: la marina de otros tiempos, con sus barcos de pesca, una dársena antañona; su cuerpo en el presente, porque su pintura es moderna; y su alma en el futuro porque esa pintura atrevida que nos ofrece de seguro que privará en decurso de tiempo .

Rodriguez Maneiro-2006


La pintura de Pilar Fandiño revela sus orígenes: su nacimiento en el Ensanche coruñés, su educación en el Colegio de la Compañía de María, y sus estudios de Decoración en la Escuela de Artes y Oficios, que hoy se llama Escuela Pablo Picasso en honor al genio que, como Pilar, pintó sus primeros cuadros en nuestra ciudad. Puede parecer que el sometimiento a las formas cohíbe la libre expresión de la personalidad artística. En realidad, en todas las Artes, las formas son un revulsivo para el verdadero artista, igual que el sometimiento a una auto-disciplina de trabajo Si el Arte es el resultado de un 10% de inspiración y un 90 % de transpiración, si cuando llega la inspiración ha de encontrarte trabajando, en la obra de Fandiño se ve cómo, siguiendo estas dos pautas, ha ido adquiriendo un oficio creciente: En la línea, se observa una mayor perfección formal, sobre todo con una notable depuración de la perspectiva, que hace que la observación de sus cuadros sea notablemente placentera. Y en la forma busca y logra una gran coherencia estética y estilística. Con su dominio creciente de la espátula crea unos apacibles fondos, trabajados sistemáticamente, que resaltan noblemente sus figuras, como en unas paisanas gallegas, un torero en faena de brega o un caballo y caballero que parece que quieren salirse de la pared en su salto. Es una espátula suficientemente versátil para recrear materias arquitectónicas –piedra, enlucido de muros- y, disciplinada y flexible, le permite calidades minuciosas en unos ángeles como arrancados de un fresco medieval que, por ser fiel a su origen, contiene hasta la huella que los siglos dejan en los muros de su iglesia. En un cuadro muestra el puerto coruñés visto desde el Ensanche, enmarcado en una ventana de piedra que podría ser una tronera de la antigua muralla. En otra paralela, su pintura parece querer volar, abriéndose a un paisaje del interior. Como si su inquietud necesitase explorar nuevos horizontes creativos. En estas obras, en la traslación de paisajes reales a perspectivas imaginadas se manifiesta una creatividad de en expansión. Porque, al fin y a la postre, el arte no deja de ser una idealización personal de la realidad. Lo que venga después lo dirán el tiempo, Pilar Fandiño y su creatividad.

Julián Carrillo 2009


La pintura de Pilar Fandiño transita por el borde del impresionismo, y digo esto, porque aún cuando es una pintura claramente impresionista, la utilización de la espátula a la hora de tratar el pigmento, nos trae a la memoria a los neoimpresionistas con el puntillismo, de Seurat o Signac, si bien Pilar construye su obra sin artificios efectistas, como los de aquel movimiento del siglo XIX, que por cierto duró poco ( del 1980-1990). La obra de Pilar va al grano, las imágenes son claras y el mensaje es directo al espectador, la acción la desarrolla en primer plano, el protagonista ocupa la escena por completo, ya sean personajes, paisajes o naturaleza muerta. Con un cromatismo nada fauvista sino al contrario, trabaja el color en escalas suaves, donde los blancos, ocres y grises, están presentes para dar luminosidad a la composición. Un trabajo meticuloso en el que nada queda al azar, todo el cuadro está trabajado, es una unidad completa sea en pequeño o gran formato, como la obra presentada recientemente en la exposición El Mar, aquí presente. Estamos pues, ante una magnífica exposición, en la que se ve, que Pilar Fandiño ya ha trazado un camino personal con un sello inconfundible. Solo el tiempo nos dirá los límites de su pintura.

Manuel Gandullo